31 de mayo de 2011

Miniaturas - 31/05/2011

Estábamos en una lancha con un instructor. El tipo nos dice: Para poder llegar allí, tendremos que adosar la lancha al helicóptero. Dicho y hecho, la adosamos y comenzamos a levantar vuelo y viajar. Se veía todo chiquitito ahí abajo. El piloto en un momento dice: Llegamos.
Comienza a bajar el helicóptero y nos deja en el suelo. Al observar bien, nos damos cuenta que las cosas seguían siendo diminutas casi como las veíamos desde el aire. Eran todas miniaturas automatizadas que hacían las veces de paisaje desde el aire. Me agacho para tocar una mini-casita que tenía un molino y sale una señora (de tamaño normal) que se arrodilla a mi lado. Me menciona algo y debemos irnos. Comenzamos a caminar y estámos como en habitaciones, donde en cada habitación hay gente diferente. En una hay mujeres bailando, en otra está todo oscuro.. en la tercera nos metemos, y nos encontramos con Azul. Se encontraba llorando y me decía que había pasado algo con su hijo que la había decepcionado y que no podía entender porque lo había hecho. En ese momento yo le presento a Ana y a mi mamá que también estaban en la habitación. Ella las abraza las saluda y sigue hablando...

23 de mayo de 2011

Muñecos (23/05/2011)

Nos encontrábamos con mi novia en un barrio chino, recorriendo los lugares, mirando adornos, deseando la comida que tanto nos gusta. Paseando por ahí, vimos una vidriera copada y frenamos para observarla. Luego de unos instantes, vimos un niño gordito que se arrastraba dentro, gateando rápidamente. Por algún motivo nos vimos en la necesidad de entrar y perseguirlo. Primero entró Ana porque corría más rápido y luego yo. Al entrar, la vi a Ana tirada en el piso contra la pared como dolorida, y corrí junto a ella, pero antes de poder llegar, me topé con el niño, que ya no era un niño, sino un muñeco tipo marioneta de madera que se abalanzó sobre mi. Gracias a mis reflejos lo tomé sin mayores inconvenientes, y lo levanté para poder observarlo. Parecía maquillado como payaso. Le toque la cara y los labios. En cuanto pasé mis dedos sobre sus labios me mordió en repetidas oportunidades. Me dí cuenta en ese momento, que debería encerrar ese desquiciado ser, en algún lugar para el bien de todos. Me fui corriendo a casa, y lo puse en una jaula. Encerrado, el muñeco comenzó a hablar. No pasaron ni dos minutos cuando me di cuenta que yo mismo era un muñeco de madera. Cuando comencé a escuchar lo que el niño/muñeco decía, me agarró un ataque de desesperación. Me decía que me enfoqué mucho en él, y no presté atención a Ana. En ese momento casi me desmayo de la desesperación. Había olvidado a Ana en aquel lugar del barrio Chino. En ese momento se abre la puerta de casa y se ve la sombra de lo que venía entrando con las "manos" extendidas hacia adelante. Pongo manos entre comillas, porque no había tal cosa, eran tipo ganchos o garfios. Cuando pasa la puerta y logro ver, era Ana con garfios en vez de manos y convertida totalmente en muñeco, ¡¡¡COMO YO!!!. En ese mismo instante, el niño/muñeco se escapa e intenta huir por la puerta abierta, pero yo ya había previsto esto, y había colocado una jaula del lado de afuera, con lo que quedó nuevamente atrapado. Esta vez sabía que no volvería a escapar...

19 de mayo de 2011

Subterranos (19/05/2011)

Nos encontrábamos mi novia y yo, en uno de los andenes del subte de la Capital Federal.
Finalizando un túnel, se encontraban nuestras familias sentadas en una mesa esperando para comer. La comida se encontraba servida (aparentemente) pero con bandejas tapadas. Nos invitan a sentarnos, pero yo les digo que aún no, que debemos ir a algún lado y luego llegar aquí.
Nos dirigimos hacia otro túnel y vemos el recorrido del subte. El mapa era complicadísimo. Había vias para todos lados, miles de combinaciones, colores, etc. Yo creo conocer el camino, y nos subimos al subte que venía.
En eso le comento a mi novia: - En la próxima estación nos bajamos.
Llegando a la estación, no había forma de reconocerla, realmente nunca había estado ahí y definitivamente no era la que esperaba que sea.
Cuando el subte se va, nuevamente tomo de la mano a Ana, y le digo que yo sé el camino. Bajamos a las vias, y caminamos por las mismas, cruzando andenes y cruces, hasta llegar a otro lugar. Nos subimos al anden y esperamos el subte. Cuando éste llega, era como un vagón de los subtes de la línea A pero de la mitad del tamaño. Lo tomamos y bajamos en la siguiente. Nuevamente estábamos perdidos, con mapas que no podíamos entender, en túneles que no llevaban a ningún lado, con subtes de diferentes formas y colores y tamaños. La deseperación de estar seguro qué subte tomar, pero también sabiendo que al bajarme del mismo, no estaría donde debería estar. Nuestra familia seguía esperando en algún anden para que nosotros llegásemos a comer junto a ellos, pero nosotros seguíamos perdidos dentro de los infinitos túneles del subterráneo.