17 de septiembre de 2008

La camioneta robada

Salía de mi casa hacia el trabajo. Y arriba del 103 me daba cuenta que me había olvidado la máquina en casa. Con ese sentimiento de '¡qué idiota soy!' y desesperación, no sabía si bajarme, si tomar un taxi... Después, se ve que decidí seguir hasta el trabajo y me encontré con Ll. Nos íbamos para 9 de Julio, caminando, y en el medio de la rambla, encontrábamos la camioneta blanca que le robaron a mi hermano hace unos meses atrás. Así como quien toma un mate, le dije a Ll ''subamos''. Y la arranqué y nos subimos, como para ir hasta mi casa. Mientras tomaba esa decisión de subir, me daba cuenta que no tenía el registro encima, y que si me agarraban en capital sin registro, me iban a hacer una multa gigante. Pero sentía que ya no podía volver atrás, que la decisión estaba tomada. Entonces, encaré con la camioneta para terminar de cruzar la 9 de julio. Ni bien terminaba de cruzar la 9 de Julio, me topaba con casas, como si la calle por donde iba, no tuviera salida, sino que se desviaba, muy angosta, hacia la derecha, como una calleja de adoquines, casi sin vereda (ahora que me doy cuenta, como si fuera una callecita de Cusco). Y en la poca vereda que tenía, estaban parados cada dos metros, policías, de la PFA. Y uno de ellos me decía con el dedo ''No, no no''. Mientras tenía adentro esa sensación horrible, de miedo e inseguridad, de cuando te para la policía (aún teniendo todo en regla me pasa). Entonces paré, mientras rogaba que ninguno de ellos se acerque a pedirme nada.
Y di marcha atrás, para retomar por 9 de Julio...
Y eso fue lo que hice.

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